Es un restaurante de "pequeños platos" como le gusta denifir a su propietario, Jordi Roca, persona muy popular en el mundillo gastronómico de la Comarca. Lleva más de cuarenta años al pie del cañón, cocinando tapas con las que han llegado al corazón y al estómago de los vallesanos. Este establecimiento fue uno de los motores comerciales de la zona de la Creu de Barberà y sigue siendo referente a la hora de buscar unos buenos calamares a la romana o cualquiera de las tapas tradicionales que ofrece, muchas de marisco. También cierra los lunes por la noche.