Un panadero de Frénouville, un pequeño pueblo de Normandía, ha tenido
la idea de introducir pequeños lingotes de oro de forma aleatoria en
dos de sus galettes (versión francesa de nuestro roscón de Reyes). A sus 25 años, Julien Vitrebert ha
convertido así su producción de pasteles de reyes en una auténtica
lotería. En tiempos de crisis, la iniciativa ha causado estragos.
Los clientes llueven cual maná en el establecimiento del joven
artesano. Algunos recorren incluso 150 kilómetros de distancia para
tentar la suerte dispuestos a morder el oro que se oculta entre el
mazapán. Vitrebert ha amortizado ya la inversión. Cada minilingote de
oro de 18 quilates y 3,63 gramos le ha costado 400 euros. "Con una
longitud de 1,5 centímetros, pueden ser fundidos sin problema para
hacer un anillo", dice orgulloso el avispado comerciante. (…)